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Cómo afrontar la crisis de saneamiento y tratar un problema invisible
17/11/2022
3.600 millones de personas viven sin acceso a un saneamiento seguro. Una situación que perjudica la salud de las personas afectadas, pero que también repercute en el entorno, pues lo acaba contaminando. Por esta razón, este año el Día Mundial del Retrete se centra en los efectos de la crisis del saneamiento en las aguas subterráneas.
Si los sistemas de saneamiento son deficientes, los excrementos humanos se propagan por los ríos, los lagos y el suelo contaminando los recursos hídricos que se encuentran debajo de nosotros. Un problema que no vemos, pero que existe y que se da especialmente en las comunidades más pobres y marginadas.
Las aguas subterráneas son nuestra fuente más abundante de agua dulce. Nos suministran agua potable y contribuyen a los sistemas de saneamiento, la agricultura, la industria y los ecosistemas. Dado que el cambio climático se agrava y la población crece, las aguas subterráneas serán vitales para nuestra supervivencia.
¿Qué podemos hacer?
Tratar las aguas residuales que se podrían destinar a riego. Las explotaciones agrícolas y las autoridades municipales a veces riegan con aguas residuales sin tratar. Esta práctica entraña un gran riesgo para la salud de los agricultores y consumidores de hortalizas de hoja regadas con estas aguas residuales sin tratar, y lo mismo sucede cuando se realiza este tipo de riego cerca de pozos de agua públicos que carecen de protección y de asentamientos humanos.
Diseñar un sistema de puntos de desagüe del alcantarillado. En las ciudades en las que se utilizan alcantarillas para evacuar los efluentes, el sistema de eliminación y reutilización de las aguas residuales suele ser inapropiado y entrañar riesgos significativos de contaminación de los acuíferos situados bajo tierra o de los ríos en los que se vierten las aguas residuales. Planificar y apostar por soluciones que traten y gestionen estas aguas residuales, garantiza la mejor calidad de esta.
Conectar los depósitos de heces, con plantas de tratamiento que separen el agua de las deyecciones humanas, de manera que también se pueda gestionar su reutilización en la agricultura o para producir energía.
Tomar estas medidas nos ayudara a cumplir el Objetivo de Desarrollo Sostenible 6 para garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos para 2030.
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